No siempre es fácil una buena comunicación entre padres e hijos. Cada día tenemos menos tiempo para compartir y dialogar en familia. Múltiples tareas y largas jornadas de trabajo son algunos de los problemas que impiden una verdadera comunicación . Sin embargo, pese al escaso tiempo con que contamos, es necesario aprender estilos adecuados de comunicación con nuestros hijos para conocerlos más, para saber lo que piensan, para que sepan que pueden confiar en nosotros.
¿Por dónde empezar?
Aprendiendo tres habilidades básicas y sencillas:
ESCUCHAR - OBSERVAR - HABLAR
ESCUCHAR: Saber escuchar es lo más importante de una buena conversación y tal vez lo más difícil. Muchas veces decimos estar escuchando pero al mismo tiempo estamos viendo televisión, cocinando, o leyendo, o estamos imaginando o preparando la respuesta, antes de que nuestro/a hijo/a termine de hablar.
- Prestar atención : es importante dejar de hacer lo que estamos haciendo, si de verdad queremos escuchar a alguien.
- Mirar a los ojos a quien nos habla.
- Identificar los sentimientos que la persona está expresando al hablar.
No interrumpir. - No prepare su respuesta mientras su hijo/a le está hablando.
OBSERVAR: En las conversaciones, la comunicación verbal (lo que se dice) es tan importante como la no verbal (cómo se dice). Para comprender lo que está tratando de decirnos, es necesario:
- Estar atento a las expresiones corporales y faciales de su hijo/a. Observar, por ejemplo, si está relajado/a o tenso/a, sonriente o con el ceño fruncido. Estas señales son también mensajes que debemos interpretar.
HABLAR: Si deseamos que ellos compartan sus sentimientos, opiniones, dudas o temores con nosotros, debemos a aprender a acogerlos en forma cálida.
- Hablar con nuestro cuerpo, sonreírles, mirarlos, tomarles la mano, acariciarlos, tener un tono de voz cálido y suave.
- Utilizar frases que abran la comunicación (“cuéntame más” “Dime... te escucho...”, “quieres decir algo más...”).
- No dar consejos cada vez que nos hablan. Muchas veces sólo quieren ser escuchados.
- No convertir la conversación en un “reto”. Usar palabras precisas, frases cortar y comentar sólo lo esencial, relacionado con el tema actual.
- No aproveche la ocasión para hablarle de todos los temas que tiene pendiente.
- Haga la conversación más cercana hablándole de sus sentimientos y en primera persona.
- Evitar las comparaciones, recriminaciones y el uso de las palabras hirientes o despectivas.
Recuerde cuando usted tenía esa edad.
Seguramente, cuando ustedes pensaron en alguien que los sabía escuchar, cumplía muchas de estas condiciones, lo que los hacía sentir muy bien y con ganas de estar con esa persona. Lea el siguiente esquema:
PAPÁ, MAMÁ: ¿Cómo describiría su estilo de comunicación, ...
si la mayor parte del tiempo Ud. enjuicia a su hijo, éste(a) se retrae?
si la mayor parte del tiempo Ud. lo critica, su hijo(a) desconfía?
si la mayor parte del tiempo Ud. lo sermonea, su hijo(a) no habla?
si la mayor parte del tiempo Ud. lo reta, su hijo(a) se pone agresivo(a)?
En cambio,
- si usted abre los canales de comunicación, guarda silencio y escucha, su hijo(a) confiará.
- Si usted abre los canales de comunicación, y da la oportunidad de explicar, su hijo(a) se sentirá querido y valioso.
- Si usted abre los canales de comunicación y expresa sus propios sentimientos, su hijo (a) se pondrá en su lugar.
- Si usted abre los canales de comunicación, habla en forma clara, breve y directa se fortalecerá la relación padre e hijo(a).